Novena a María
Inmaculada – Textos del Padre M Llamera, op
Queridas hermanas, hoy iniciamos nuestra novena de la
Inmaculada.
Siendo la Concepción Inmaculada un privilegio personal
concedido a María es al mismo tiempo un don que se le concedió a Ella en orden
a nuestra salvación.
Se trata de una pureza inmaculada que es ante todo amor
total a Dios, y en Dios a nosotros. Todo su ser está penetrado de un amor único
y perfecto hacia todos nosotros, un amor materno, que tiene su origen en el
Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.
Que nuestra Madre María interceda, para que, penetradas de
un inmenso amor filial seamos fieles a nuestra vocación de monjas
contemplativas en la Iglesia.
DÍA 1
“María, bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu vientre”
Madre Inmaculada, así como tú fuiste la fuente de donde
brotó la vida humana de Jesús, y en tu seno uniste a sus miembros, llevándonos
a todos en tus entrañas; concédenos la gracia de vivir asociadas al Misterio
Salvador con un abandono en su providencia amorosa y con una entrega cada día
más generosa a sus designios.
Virgen Inmaculada,
recibe nuestro corazón agradecido ya que Tú eres la inspiradora del compromiso
entrañable de unión entre todas las monjas de nuestros Monasterios, que hace
real la que nos hermana en la pequeña familia de Domingo, en la gran familia
eclesial”.
DÍA 2
“Madre, aquí tienes a tu Hijo. Hijo, aquí
tienes a tu madre”
Todas las madres tienen suavísimo gozo cuando ven en el
rostro de sus hijos una peculiar semejanza con sus propias facciones. Así
también nuestra dulcísima Madre María, cuando mira a los hijos que junto a la
Cruz recibió en lugar del suyo, nada desea más ni le resulta más grato que ver
reproducidos los rasgos y las virtudes de su alma en sus pensamientos, en sus palabras
y en sus acciones.
Concédenos la gracia de completar tu virginal consagración
en la nuestra y llevarla a plenitud.
“Madre de todos los
hombres, eres muy singularmente Madre nuestra. Haz, pues Madre y Señor nuestra,
cada día más tuya esta vida que os tenemos consagrada a tu Divino Hijo y a Ti”.
DÍA 3
“Alégrate, María, llena de gracia”
El destino de María era servir maternalmente al Hijo en su
vida y en su obra. Subió al Calvario porque subió el Hijo, y para lo que subió
el Hijo.
Participó maternalmente en la Pasión de Jesús. También ella
se inmoló a sí misma como Madre para nuestra regeneración como Hijos suyos.
Aumenta Madre, nuestro amor filial a Ti, para que vivamos
cada día más íntimamente unidas a tu corazón y al de Jesús.
“Confirma con tu auxilio
nuestro anhelo de vivir nuestra consagración en filial convivencia contigo y en
plena e inviolable fidelidad.”
DÍA 4
“María, el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.”
Quiso Dios darnos a María, cuando, por la misma elección
para Madre suya, le infundió sentimientos enteramente maternales que sólo
respiran amor y perdón.
De aquí procede que nos sintamos inclinados hacia ella y a
ella confiemos nuestras alegrías y esperanzas, pues ella desea remediar nuestras
necesidades y aboga por nosotros ante su Hijo, para hermanarnos divinamente con
Él.
Ella, destinada por Dios para ser Toda Suya, nos hace
partícipes de su mismo amor consagrativo y exclusivo que nos atrae enteramente
al corazón de su Hijo.
“ Eres la abogada por
tu maternal dignación y por nuestra elección filial, de nuestro ideal de
vírgenes consagradas a Jesús, que es imitación y continuación del que cumpliste
sumamente tú, Virgen de las Vírgenes, consagrada de las consagradas, siempre
toda de Dios.”
DÍA 5
“Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios
y la cumplen”
“María posee el don de la fe con plenitud maternal, con
plenitud fontal que la hace verdadera Madre de todos los creyentes.
María está presente en la obra evangelizadora de Jesús. La
que encarnó maternalmente la Palabra de Dios para comunicarla al mundo. ¿Cómo
podría no estar maternalmente empeñada en que el mundo la oiga y la crea? Sigue
siendo la acogedora y difusora maternal de la Verdad Salvadora de Dios.
Como monjas dominicas, renovemos junto a María, nuestra
misión de Predicar la Palabra para que el mundo crea.
“Madre, haznos fieles
a los criterios de nuestra fe, a las prescripciones de nuestra ley, a las
exigencias divinas de la gracia y de la obediencia.”
DÍA 6
“El Señor me creó, primicia de su camino,
antes que sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui fundada, antes que la
tierra”
La convivencia de María con Cristo en el cielo es también
comparecencia intercesora perpetua con Él ante el Padre. Contemplándonos a
nosotros, sus Hijos, en Dios, y viendo nuestras necesidades, en comunión con
Jesucristo siempre vivo para interceder por nosotros, se hace abogada,
auxiliadora, socorredora y mediadora nuestra.
“Haz que nuestras vidas sean vidas de intercesoras, que alcancen todo bien por la perseverancia de su oración”
DÍA 7
“Quien me hallare, hallará la vida, y obtendrá
el favor del Señor”
“Al llegar la
plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la
ley,
para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva.”
para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva.”
La maternidad espiritual de María, como real y verdadera, es
maternidad de regeneración y ejerce un influjo vital directo en el otorgamiento
de la gracia. La Virgen influye con su misma vida materna en nuestra vida
filial. Hay una impronta vital, una impronta maternal mariana en nuestra vida
de Hijos de Dios.
“Haz que nuestras
vidas sean vidas de esposas, que merezcan toda gracia por la verdad de su
amor.”
DÍA 8
“Allí donde abundó el
pecado, sobreabundó la Gracia”.
Siendo la Eucaristía el medio principal de la Comunión de la
Gracia, la intervención de María en el Misterio eucarístico debe ser la
principal manifestación de su actuación como Madre espiritual de las almas.
En el altar, cuando Jesús es más Jesús, más Salvador y
medianero que nunca, no puede estar ausente María, que será, también como
nunca, nuestra corredentora, nuestra madre, nuestro lazo de unión con Dios.
“Haz que nuestras
vidas sean vidas de víctimas, que reparen todo mal por la entereza de su
holocausto”.
DÍA 9
“Grita de gozo y regocíjate, hija de Sión,
pues he aquí que yo vengo a morar dentro de ti, un poderoso
salvador.”
María es la mujer que hasta tal punto vive la vida de su
Hijo, que se sabe suplantada en su interior por el que ama. Cristo obra en
ella, le urge su amor.
Que la Inmaculada nos conceda la gracia de dejar que Cristo
tome posesión de todo nuestro ser, para que quien nos vea sienta Su Presencia
en la nuestra.
“Concédenos Virgen
Inmaculada, que nuestra Consagración sea merecedora de tu eterna convivencia en
la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”
Oración final:
Llena de gracia eres tú, María.
Tu nombre es para todas las generaciones prenda de esperanza
segura.
Sí, porque para nosotros, los mortales, tú eres “fuente viva
de esperanza”.
Llenos de confianza, acudimos una vez más a esta fuente, al
manantial de tu Corazón Inmaculado y te decimos suplicantes: oh María, llena de
gracia, muéstrate Madre nuestra y danos a Cristo, esperanza del mundo. Amén.
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